viernes, 30 de diciembre de 2016

La táctica de practicar lentamente



Cuenta Heinrich Neuhaus, legendario maestro de piano en su libro “El arte de tocar el piano”, que Sviatoslav Richter cuando volvía de dar un concierto, repasaba en su piano muy lentamente aquellos pasajes que lo habían dejado insatisfecho, como una forma de borrar las imperfecciones y sobrescribirlas.




Consideremos la táctica de practicar lentamente un pasaje musical de dificultad técnica. Esta modalidad de estudio forma parte de la caja de herramientas de la generalidad de los profesores de instrumento, y ha demostrado ser muy efectiva.

Si extendemos la mirada hacia otras actividades, como el deporte o las artes marciales, vemos que el recurso de practicar con lentitud es habitual. El estudio de las formas en el Karate y afines, el Tai Chi Chuan, el swing del golfista, el sparring lento en el box, son ejemplos del concepto aplicado. El objetivo es depurar el movimiento, perfeccionarlo hasta donde lo consideremos satisfactorio.

Para entender el proceso, tenemos que tener en cuenta el funcionamiento de nuestro cerebro. Los músicos recurrimos a la memoria motriz. Es imposible desarrollar la actividad desde una racionalización constante, en tiempo real, de lo que vamos haciendo a medida que vamos tocando. De hecho, una excesiva conciencia racional, una mirada analítica de nuestra interpretación cuando estamos apremiados por el devenir de la música, se convierte en un obstáculo. Tensión muscular, ansiedad, miedo al error, son todos síntomas de un exceso de racionalización. Nos distrae de nuestro objetivo principal: una interpretación musical expresiva.

Los músculos tienen la característica de cambiar de longitud estimulados por pulsos eléctricos enviados por nuestro cerebro. Atravesando el cerebro por la parte superior de lado a lado, se encuentra el surco central. Esta región es la encargada de activar y desactivar los músculos, dando especial prioridad a los músculos pequeños, como los de la mano.

Dentro del cerebro encontramos otra área donde se encuentran los ganglios basales ,encargados de coordinar los distintos grupos musculares necesarios para llevar a cabo una tarea. Pensemos en la cantidad de músculos que tienen que trabajar en conjunto coordinadamente para tocar una simple nota en un violín, controlando la postura, el uso del arco, etc…

En la base del cráneo, debajo del cerebro, encontramos el cerebelo, muy importante en la función motora. Se cree que trabaja junto al área del surco central para regular la fluidez y el “timing” de las contracciones musculares. Aproximadamente el 90% del cerebelo asiste en la regulación de los músculos de los brazos, manos, y dedos.

El movimiento muscular se inicia en el cerebro con órdenes enviadas desde el surco central. Los ojos, nervios, músculos, articulaciones devuelven información acerca de cómo van las cosas, y se van produciendo ajustes sobre la marcha.

Este esquema no alcanza para explicar cómo funciona el movimiento cuando se trata de pasajes de extrema velocidad donde simplemente no hay tiempo para que el traslado de la información vaya y vuelva. Entra en acción lo que se denomina “movimiento balístico” donde la precisión en los detalles de las señales de control tiene que estar resuelta por anticipado.

Se supone que el cerebelo es el encargado de esta programación por anticipado de las señales de control necesarias para llevar a cabo movimientos rápidos, prolongados y controlados, como requieren muchos pasajes musicales.

En el proceso de incorporación de un pasaje musical primero se trabaja en un plano consciente, desmenuzando y corrigiendo cada detalle hasta llegar al resultado deseado. Una vez conseguido, toma el control el cerebelo automatizando los movimientos, permitiéndole a la consciencia desentenderse de lo puramente mecánico.

Tengamos en cuenta los imponderables que afectan a cualquier interpretación musical. Cuestiones como el cambio de instrumentos (cada piano responde diferente al intérprete), cambios en la acústica del lugar donde se lleva a cabo la presentación, como así también modificaciones en la fisiología del ejecutante: manos frías o sudorosas, etc…

Para resolver estas contingencias de último momento los músculos cuentan con los husos neuromusculares, receptores que detectan cambios en la longitud del músculo, y envían información al cerebro para que pueda realizar las correcciones.

El cerebelo es la parte del cerebro encargada de automatizar movimientos, pero incapaz de discernir sobre los resultados de los mismos. Se activa a través de la repetición. Si la repetición es incorrecta, se automatizan movimientos incorrectos.

Muchos intérpretes que deciden un cambio de digitación de un pasaje, encuentran dificultades mayores que si lo estuvieran digitando por primera vez. La vieja digitación reaparece cada vez que el intérprete no está completamente concentrado. Es el cerebelo que necesita ser re-entrenado en la nueva digitación. Se vuelve fundamental, entonces, el trabajar lentamente, para no “programar” al cerebelo con errores que después se volverán difíciles de re-programar.

Sucesivas repeticiones del pasaje decantarán en un movimiento balístico, que puede ser perfecto o imperfecto, de acuerdo a la precisión en el estudio. Tengamos en cuenta que los movimientos realizados lentamente no siempre coinciden con los que se realizan a la velocidad real. De hecho se terminan conformando grupos de movimientos, coreografías. Por ejemplo: un arpegio en el piano a tempo rápido termina teniendo una acción del brazo muy distinta a que si se lo tocara nota por nota. El pianista termina integrando un grupo de notas en un grupo de movimientos, a los cuales percibe prácticamente como una unidad. Por lo tanto es muy importante tener una idea clara de cuáles van a ser los movimientos necesarios en la velocidad, incluyendo todos los detalles de expresión, para proceder a estudiarlos a una velocidad donde se puede tener control de cada detalle.

Se concluye entonces, que una idea artística previa y detallada, es fundamental para decidir las coreografías, digitaciones y rudimentos técnicos necesarios, para cada pasaje en particular.

Una metodología de estudio sugerida sería:

1 Tocar el pasaje a tempo para hacerse una idea del movimiento final, con especial atención a los grupos de movimientos, digitaciones, coreografías, etc…

2 Estudiar lentamente con una profunda atención al detalle, incluyendo todos las decisiones de expresión que se hayan tomado previamente. Cúanto es “lentamente”? Lo necesario para no perder ningún detalle. Trabajar con fragmentos no muy extensos, que se puedan manejar sin dispersarse. El foco de atención es fundamental.

En algunos instrumentos como el piano o la guitarra, la mano frecuentemente se desplaza, no utilizando una posición fija. Tener en cuenta estos desplazamientos y la coreografía necesaria para realizarlos en velocidad. Es fundamental la relajación y la ejecución con el menor esfuerzo.

3 Repetir el proceso hasta percibirlo natural, sin dificultad. Ponerlo una vez mas a tempo para ver si aparece un movimiento que no teníamos en cuenta, y volver a trabajarlo lentamente para incorporarlo.

4 Por este camino se llega a dominar el pasaje, y la velocidad de ejecución se presenta casi involuntariamente. De hecho, el cerebelo una vez a cargo de la situación, no hace diferencia entre un tempo lento y un tempo rápido.

Mas allá de la fundamentación científica que sustenta esta modalidad de aprendizaje, todos los que estudiamos un instrumento, los que nos enfrentamos junto con nuestros alumnos a la necesidad de vencer obstáculos técnicos, experimentamos empíricamente la eficacia de trabajar lentamente, sin ansiedad, para llegar al objetivo.


Enlaces: 

Mi música en bandcamp.com
El arte de tocar el piano, Heinrich Neuhaus
Is slow practice really necessary?, Noa Kageyama
Mind, muscle and music, Frank R. Wilson




viernes, 23 de enero de 2015

El primer video del año: Arnold Schöenberg Op.19 No.4, Rasch, aber leicht (algo así como "rápido pero fácil").
Mas info en wikipedia
Partituras disponibles en imslp

lunes, 22 de diciembre de 2014

Arnold Schöenberg, Opus19 Nº3, Sehr langsame

Las primeras 5 de estas 6 piezas, Arnold Schöenberg las compuso el 19 de febrero de 1911, la 6ta. unos días después de la muerte de Gustav Mahler, el 17 de junio del mismo año. Tienen mas de 100 años, me resulta increíble. Comparto la número 3 y dejo unos links de interés
Mas info en wikipedia
Partituras disponibles en imslp

jueves, 28 de agosto de 2014

La calle - Parte 1

Piano solo, compuesto e interpretado por Adrián Fernández Fazio

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lunes, 7 de abril de 2014

Perdón




Piano solo, compuesto e interpretado por Adrián Fernández Fazio


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